Era en una noche de intensa humedad primaveral, moscas, mosquitos y otros insectos sobrevolaban la cantina de aquel club de barrio.
Se sentó él con la amargura fija en su mirada, la barra de la cantina era inmensa, mucha madera carcomida después de treinta años de uso indiscriminado, y ningún tipo de mantenimiento. Las paredes contaban historias de triunfos y derrotas, de amor y de engaño. Pero cada mancha de humedad en el techo, decían los socios, que era algún amigo que les lloraba desde el cielo.
Pidió dos empanadas de carne dulce y mientras esperaba, por la ventana miraba como se terminaba la organización de aquel acto político. Ya era el cierre de campaña para las presidenciales y algún partido de izquierda, había pedido prestada la cancha del club. Eran setenta personas organizando. .
La asistencia no era demasiada pero la música era totalmente desproporcional con esta. Los tímpanos de él estaban casi ensordecidos.
Llegaron sus empanadas. Las miro con asco, como a los insectos que rondeaban la cocina, pero sabía que nada mas iba a poder comer durante esa noche, ya que no era de él esta.
A la vez dio un vistazo a las pocas mesas concurridas, ese no debería ser su lugar. Hombres de tercera edad disfrutando los cuerpos de las jóvenes que asistían al acto. La baba les chorreaba de la boca como cataratas, en las cuales las moscas se bañaban y descansaban. Las expresiones vulgares de estos hacían florecer en él su espiritu hidalgo, pero esa no era la noche de el. Así se fue.
Partió con rumbo fijo y sin nada que perder, hoy él dejaría de ser él, pero en que se convertiría solo el tiempo lo va a demostrar.
Se sentó él con la amargura fija en su mirada, la barra de la cantina era inmensa, mucha madera carcomida después de treinta años de uso indiscriminado, y ningún tipo de mantenimiento. Las paredes contaban historias de triunfos y derrotas, de amor y de engaño. Pero cada mancha de humedad en el techo, decían los socios, que era algún amigo que les lloraba desde el cielo.
Pidió dos empanadas de carne dulce y mientras esperaba, por la ventana miraba como se terminaba la organización de aquel acto político. Ya era el cierre de campaña para las presidenciales y algún partido de izquierda, había pedido prestada la cancha del club. Eran setenta personas organizando. .
La asistencia no era demasiada pero la música era totalmente desproporcional con esta. Los tímpanos de él estaban casi ensordecidos.
Llegaron sus empanadas. Las miro con asco, como a los insectos que rondeaban la cocina, pero sabía que nada mas iba a poder comer durante esa noche, ya que no era de él esta.
A la vez dio un vistazo a las pocas mesas concurridas, ese no debería ser su lugar. Hombres de tercera edad disfrutando los cuerpos de las jóvenes que asistían al acto. La baba les chorreaba de la boca como cataratas, en las cuales las moscas se bañaban y descansaban. Las expresiones vulgares de estos hacían florecer en él su espiritu hidalgo, pero esa no era la noche de el. Así se fue.
Partió con rumbo fijo y sin nada que perder, hoy él dejaría de ser él, pero en que se convertiría solo el tiempo lo va a demostrar.