La llovizna lo despertó de su sueño profundo, ruidos extraños retumbaban en su cabeza pero no los distinguía, una y otra vez trataba inconcientemente de repasar lo sucedido después de estar parado frente a esa puerta. Se dio cuenta que volvió a ser el mismo. Aun mantenía los ojos cerrados, igual que la mayoría de sus sentidos.
Poco a poco volvió en si, pudo percibir borrosas imágenes, hasta que se desmayo de nuevo y paro de respirar unos minutos, junto con esa liviana lluvia que se tomo también su merecido descanso.
Después de un par de horas volvió por completo en si de un sobresalto. Otra vez la lluvia le interrumpía su sueño. Sus sentidos recobraron fuerza y esas imágenes borrosas tomaron, forma, se les sumaron olores, tan nauseabundos y desagradables como nunca antes había sentido, las texturas se intercalaban entre fangosas y cortantes. Estaba en el basurero. Toda la situación se volvió intolerable, fue como un golpe duro en la sien. Vomitó. Trato de ubicarse, tanteaba lo que tenia cerca, aunque se arrepentiría de eso en un instante, ya que sobre su ropa ensangrentada y cerca de el lo único que había era mas sangre y material anatómico, ya sea pelos, uñas que compartían una cosa en común, no le pertenecían. Que podría haber hecho el, sin que el se enterase.
Trato poco a poco de ponerse de pie, estaba confundido, desesperado, agónico, es mas, sentía tantas cosas juntas que no sabia como ponerse primero.
Se pasaba sus manos por la cara y cabello, en símbolo de resignación, pero nunca derramo una lagrima. No sentía culpa, en lo más mínimo. El no había hecho nada.
Recorrió los pasadizos, y recovecos del basurero tumbándose y tropezando con cada desnivel, hecho pon una lata, piedra u otras cosas que nosotros los humanos desechamos hasta con desprecio. Se cortaba cada vez que apoyaba sus manos sobre latas oxidadas y su propia sangre, la de un humano desesperado, supuraba y empezaba poco a poco a aparecer entre los poros de su piel.
Camino durante horas, ya que cada paso era todo un logro, pero uno de esos logros que no llevan a nada, porque seguía encerrado entre la podredumbre, y esa era su desgracia.
Se estaba por dejar caer sobre el barro, quería morir, quería matarse. Pero por sobre todas las cosas, quería matarlo a el.
Ese nuevo plan de fallecer en ese desagradable lugar era un éxito en potencia, pero tuvo que suspenderlo de su inconciente, debido a que algo más le llamo la atención.
Una carcajada se volvió la más dulce de las sinfonías. El no dejo de ser el nuevamente, pero un aire de vida se le sumo sobre sus hombros nuevamente.
Poco a poco volvió en si, pudo percibir borrosas imágenes, hasta que se desmayo de nuevo y paro de respirar unos minutos, junto con esa liviana lluvia que se tomo también su merecido descanso.
Después de un par de horas volvió por completo en si de un sobresalto. Otra vez la lluvia le interrumpía su sueño. Sus sentidos recobraron fuerza y esas imágenes borrosas tomaron, forma, se les sumaron olores, tan nauseabundos y desagradables como nunca antes había sentido, las texturas se intercalaban entre fangosas y cortantes. Estaba en el basurero. Toda la situación se volvió intolerable, fue como un golpe duro en la sien. Vomitó. Trato de ubicarse, tanteaba lo que tenia cerca, aunque se arrepentiría de eso en un instante, ya que sobre su ropa ensangrentada y cerca de el lo único que había era mas sangre y material anatómico, ya sea pelos, uñas que compartían una cosa en común, no le pertenecían. Que podría haber hecho el, sin que el se enterase.
Trato poco a poco de ponerse de pie, estaba confundido, desesperado, agónico, es mas, sentía tantas cosas juntas que no sabia como ponerse primero.
Se pasaba sus manos por la cara y cabello, en símbolo de resignación, pero nunca derramo una lagrima. No sentía culpa, en lo más mínimo. El no había hecho nada.
Recorrió los pasadizos, y recovecos del basurero tumbándose y tropezando con cada desnivel, hecho pon una lata, piedra u otras cosas que nosotros los humanos desechamos hasta con desprecio. Se cortaba cada vez que apoyaba sus manos sobre latas oxidadas y su propia sangre, la de un humano desesperado, supuraba y empezaba poco a poco a aparecer entre los poros de su piel.
Camino durante horas, ya que cada paso era todo un logro, pero uno de esos logros que no llevan a nada, porque seguía encerrado entre la podredumbre, y esa era su desgracia.
Se estaba por dejar caer sobre el barro, quería morir, quería matarse. Pero por sobre todas las cosas, quería matarlo a el.
Ese nuevo plan de fallecer en ese desagradable lugar era un éxito en potencia, pero tuvo que suspenderlo de su inconciente, debido a que algo más le llamo la atención.
Una carcajada se volvió la más dulce de las sinfonías. El no dejo de ser el nuevamente, pero un aire de vida se le sumo sobre sus hombros nuevamente.