jueves, 31 de julio de 2008

Despues de la Primera Vez

La llovizna lo despertó de su sueño profundo, ruidos extraños retumbaban en su cabeza pero no los distinguía, una y otra vez trataba inconcientemente de repasar lo sucedido después de estar parado frente a esa puerta. Se dio cuenta que volvió a ser el mismo. Aun mantenía los ojos cerrados, igual que la mayoría de sus sentidos.
Poco a poco volvió en si, pudo percibir borrosas imágenes, hasta que se desmayo de nuevo y paro de respirar unos minutos, junto con esa liviana lluvia que se tomo también su merecido descanso.
Después de un par de horas volvió por completo en si de un sobresalto. Otra vez la lluvia le interrumpía su sueño. Sus sentidos recobraron fuerza y esas imágenes borrosas tomaron, forma, se les sumaron olores, tan nauseabundos y desagradables como nunca antes había sentido, las texturas se intercalaban entre fangosas y cortantes. Estaba en el basurero. Toda la situación se volvió intolerable, fue como un golpe duro en la sien. Vomitó. Trato de ubicarse, tanteaba lo que tenia cerca, aunque se arrepentiría de eso en un instante, ya que sobre su ropa ensangrentada y cerca de el lo único que había era mas sangre y material anatómico, ya sea pelos, uñas que compartían una cosa en común, no le pertenecían. Que podría haber hecho el, sin que el se enterase.
Trato poco a poco de ponerse de pie, estaba confundido, desesperado, agónico, es mas, sentía tantas cosas juntas que no sabia como ponerse primero.
Se pasaba sus manos por la cara y cabello, en símbolo de resignación, pero nunca derramo una lagrima. No sentía culpa, en lo más mínimo. El no había hecho nada.
Recorrió los pasadizos, y recovecos del basurero tumbándose y tropezando con cada desnivel, hecho pon una lata, piedra u otras cosas que nosotros los humanos desechamos hasta con desprecio. Se cortaba cada vez que apoyaba sus manos sobre latas oxidadas y su propia sangre, la de un humano desesperado, supuraba y empezaba poco a poco a aparecer entre los poros de su piel.
Camino durante horas, ya que cada paso era todo un logro, pero uno de esos logros que no llevan a nada, porque seguía encerrado entre la podredumbre, y esa era su desgracia.
Se estaba por dejar caer sobre el barro, quería morir, quería matarse. Pero por sobre todas las cosas, quería matarlo a el.
Ese nuevo plan de fallecer en ese desagradable lugar era un éxito en potencia, pero tuvo que suspenderlo de su inconciente, debido a que algo más le llamo la atención.
Una carcajada se volvió la más dulce de las sinfonías. El no dejo de ser el nuevamente, pero un aire de vida se le sumo sobre sus hombros nuevamente.

viernes, 4 de julio de 2008

Antes de la Primera vez III

Solo faltaba un kilómetro, diez míseras cuadras, limitados mil metros. Era lo único que podía saber, ya que el tiempo no era suyo, ya que la tarea no era para él. La noche avanzaba lenta como sus pasos y le demostraba que él dejaría de ser él.
A este ritmo la paranoia iba creciendo dentro de su atormentada cabeza. Mareado busco apoyo en una pared pero sus piernas de repente cedieron y lo dejaron caer, desprotegido como en una caída al vació sin paracaídas. Sus ojos veían objetos inanimados cobrar vida y sus pupilas prácticamente ya no existían. Todo era negro, se sentía ofuscado, atrapado, estaba de rodillas en el medio de la calle tapándose los oídos, debido a que se le tornaba imposible aguantar ese inexistente ruido que lo estaba ensordeciendo. Mientras, los árboles de la plaza se establecían en una orgía en la cual tenían sexo con las tres fuentes y las dos estatuas que estaban de simple decoración en el lugar, y por si fuera poco el encargado de la plaza invitaba a hombre que se le cruzara a que le practique oral. Toda esta escena era presenciada por un gordo de unos ciento cincuenta kilos que le había hecho el amor minutos antes a una cabina telefónica, y ahora disfrutaba de un aperitivo nocturno, estaba tan excitado que la comida se le caía de la boca, chorreaba sobre su pecho pero no le molestaba limpiarse, se reía a carcajadas y gritaba una y otra vez cuanto le gustaba coger.
Cerró los ojos y todo se calmo. La coreografía que realizaron los objetos y sus personajes dentro de su cabeza le dejaron estragos irreparables, su cerebro ardía de una manera indescriptible, se podría decir que exploto y que nunca funcionaria como el de alguien normal de nuevo, eso era lo necesario. Abrió los ojos. Ya no distinguía lo real de lo imaginario, el sudor de su frente era como gotas de lava ardiendo. Seguía de rodillas, con la mirada en la nada, le tomo unos minutos para volver en si y darse cuenta de lo que había pasado, y en cuanto lo logro ya no le cabía ninguna duda. Él ya no era él, y por primera vez, la noche empezaba a ser suya.
Se levanto mas vivo que nunca, una sensación de poder le corría por las venas, no reconocía restricciones, de ahora en mas estaba todo permitido.
Tomo el bolso y partió. Los mil metros los cruzo en muy poco tiempo, nadie iba a interferir en lo que el debía hacer. Así llego.

martes, 1 de julio de 2008

Antes de la Primera vez II

Su bolso pesaba mas que lo normal, por eso su paso lento. La calle parecía mas angosta que de costumbre y los árboles menos tristes. Los pocos autos que pasaban parecían tramar algo, y si, esa noche dejaría de ser él.
Nada seria igual y el clima lo presagiaba de una formidable manera. La humedad no colaboraba con el largo camino a recorrer y lo dejaba a cada paso con menos aire, su remera se achicaba, se encogía, lo apretaba cada vez más, metro a metro. Sus zapatos pesaban el doble debido a la transpiración acumulada, y si se prestaba atención se podía escuchar casi con claridad que sus pasos, en el medio de la noche de húmeda primavera, hacían los mismos ruidos que piedras gigantes tiradas desde el cielo a un inmenso río.
Pero él se mantenía firme y le impedía a su mente pensar en cualquier otra cosa que no sea cumplir con su deber, porque esa noche no le pertenecía a él. La distracción no estaba permitida y no se podía dar el lujo de equivocarse.
Por momentos su visión no era perfecta, la falta de luz en la ciudad y la noche de luna nueva tampoco ayudaban mucho. Ya había recorrido dos kilómetros. Cada vez que los parpados se le cerraban, pensaba que no los iba a poder abrir de nuevo, en esta instancia ya se asemejaban a dos persianas antiguas y oxidadas, las cuales necesitaban mas que una mano de aceite para funcionar. Él necesitaba más que una mano de suerte.
Doblando en las esquinas como un sujeto perdido trataba de esquivar en las sombras a su peor enemigo. El miedo. Pocas personas se veían caminando en esa maldita noche, pareciera que todos anticipaban que iba a pasar, y nadie quería estar ligado a eso.
Solamente pudo divisar a dos borrachos en lo que iba de su camino, uno ya estaba desmallado por la cantidad de alcohol que había ingerido, y tanto moscas como cucarachas ya estaban dispuestas a descomponerlo. Aun estando vivo. El deseo de embriagarse para escapar de una absurda e inútil existencia, al parecer daba a estos energúmenos marginados de la sociedad por lo menos, algo con que subsistir. Y al final del camino daba a las moscas, cucarachas y perros callejeros algo con que alimentarse. El otro borracho estaba sentado en las escalinatas de una iglesia jadeando de cómo un animal mientras se masturbaba, pensando en alguna actriz o vedette que había visto desde afuera de algún negocio de ventas de electrodomésticos.Entre tanta inmundicia y soledad estaba la noche. Entre tanta noche estaba la oscuridad, y entre tanta oscuridad estaba él. Aunque pronto dejaría de ser él. Ya que esa noche no le pertenecía.

domingo, 29 de junio de 2008

Antes de la primera vez

Era en una noche de intensa humedad primaveral, moscas, mosquitos y otros insectos sobrevolaban la cantina de aquel club de barrio.
Se sentó él con la amargura fija en su mirada, la barra de la cantina era inmensa, mucha madera carcomida después de treinta años de uso indiscriminado, y ningún tipo de mantenimiento. Las paredes contaban historias de triunfos y derrotas, de amor y de engaño. Pero cada mancha de humedad en el techo, decían los socios, que era algún amigo que les lloraba desde el cielo.
Pidió dos empanadas de carne dulce y mientras esperaba, por la ventana miraba como se terminaba la organización de aquel acto político. Ya era el cierre de campaña para las presidenciales y algún partido de izquierda, había pedido prestada la cancha del club. Eran setenta personas organizando. .
La asistencia no era demasiada pero la música era totalmente desproporcional con esta. Los tímpanos de él estaban casi ensordecidos.
Llegaron sus empanadas. Las miro con asco, como a los insectos que rondeaban la cocina, pero sabía que nada mas iba a poder comer durante esa noche, ya que no era de él esta.
A la vez dio un vistazo a las pocas mesas concurridas, ese no debería ser su lugar. Hombres de tercera edad disfrutando los cuerpos de las jóvenes que asistían al acto. La baba les chorreaba de la boca como cataratas, en las cuales las moscas se bañaban y descansaban. Las expresiones vulgares de estos hacían florecer en él su espiritu hidalgo, pero esa no era la noche de el. Así se fue.
Partió con rumbo fijo y sin nada que perder, hoy él dejaría de ser él, pero en que se convertiría solo el tiempo lo va a demostrar.

sábado, 28 de junio de 2008

La verdad es del tiempo y no se la podre quitar

El tiempo sin hablar, discutir, ni gritar, nos retrata la existencia en una formula simple de tres factores intocables, casi inexistentes. El primero de estos es el pasado, intangible y lleno de verbos en potencia, muchos expresando un tono de arrepentimiento, y porque todo paso. Luego esta el presente, este fiel enemigo de la presencia y la constancia. Más allegado y afín a la ausencia, demostrando que es el momento que siempre pasara por nuestro costado, en frente de nuestra nariz, sin avisar, dejándonos el brillo de la inútil expectativa. Y por ultimo esta el futuro, impredecible, intrigante, oscuro, y una vez que se dignifica a llegar, se transforma en ese presente que no se preocupa en dejarnos cuando lo queremos, o necesitamos junto a nosotros.
Así, ninguno de estos tres estadios de la realidad que conforman nuestra historia, tanto la individual como la de la humanidad en general, están a nuestra disposición. Por esta razón el tiempo deja a la expectativa, el esfuerzo y a la suerte que nuestro destino tome un camino y no otro, que nos volvamos más felices o más miserables.
Somos un grano de arena en la playa del tiempo, una simple partícula tan insignificante como las demás que están cerca.
Esa es la realidad. La diversidad y convencionalismos de la humanidad son una simple creación utilizados para la supervivencia de una especie vacía de talentos, vacía de respuestas. Pero llena de preguntas y de ambiciones.
El fin de la humanidad no es el fin del tiempo, este último es simplemente el más preciso de los metrónomos, que va marcando el ritmo de nuestra sinfonía hasta el último pulso, cuando los hombres en un rapto de anarquía absoluta nos terminemos de aniquilar. Pero esto no significa que el metrónomo valla a parar, nosotros dejaremos de escucharlo pero las especies que sobrevivan o la nada misma seguirán su ritmo incasable.
Así como nos presentamos, así como nos mostramos, así como vivimos. Es así como nos recuerdan.
Solos y equívocos, asombrados y atónitos vemos pasar la vida desde una vidriera que se empaña con el pasar del tiempo y no se puede limpiar, porque este deja marcadas en nuestras vidas las miserias y las pocas alegrías.
Este metrónomo de calidad inigualable está marcando mis momentos finales y así veo que el tiempo está más allá de mí. Más allá del entendimiento y del deseo de poder empezar lo que nunca, ni siquiera en un ilusorio inconsciente, pude haber decidido simplemente comenzar.

viernes, 27 de junio de 2008

Hombre Comun II

Comienzo mi vida por el final, ya que así pienso que debería ser. Hoy son todos retazos de memorias y momentos perdidos en la expectante avaricia de nunca perder. Simplemente no encuentro razón por la cual algún ser humano crea que la vida es hermosa por tener siempre inseguridad tan desesperante e infalible, que ante un paso en falso conciente o no, te deja y ahoga de la forma más desesperante y asesina. Fue la constante de mi vida, pasos en falso que me dejaron sin nada, solo, y en tres ocasiones con hambre de suicidio.
Soy un hombre común relatando como ultimo acto de fe una muerte anunciada desde que nacemos, pero que algunos no la esperan como yo hoy, con los brazos abiertos y maldiciendo su demora. Maldiciendo que no me lleva y me sigue torturando en este desagradable basurero que llamamos mundo.
Mi vida comienza en el final, cuando puedo saber que vine a morir, mi propósito y mi única razón de estar aquí. Todo lo que sigue de ahora en más es relatado, por un hombre que cree que en la vida intrascendente que llevamos, la llenamos con nada.
Así me corresponde simplemente advertir, aunque no es obligatorio creerme, que la vida no devuelve, simplemente nos quita todo, absolutamente todo incluso lo que no tenemos. Estamos arrojados en un espacio que no nos pertenece. Aseguramos el control aunque estemos descontrolados, creamos vida aunque gocemos con la muerte y la desgracia de ver sufrir a aquel que desperdiciamos.
Siempre me coloqué a una distancia prudente de lo que consideraba el mal y la tentación. Jugué con mis sueños, aunque los defraude a la mayoría, cambiándolos por sentimientos egoístas que, siendo más banales, dieron ese placer instantáneo que suelen dar. Volver atrás sería lo mismo, fueron años donde toque el éxito. Éxito que perdí cuando salí perseguir a otro sentimiento banal. Mi rey, mi tesoro, mis expectativas se volvieron el más fuerte de los venenos.

miércoles, 28 de mayo de 2008

UN HOMBRE COMÚN I

Cuantas veces me senté frente a un papel a escribir lo que pensaba. Historias, poesías, cuentos. Era este un acontecimiento que nunca duraba mucho, ya que, no se si con gran talento pero si facilidad siempre encontraba algo que contar, los relatos venían a mi cabeza de forma automática, casi se podría decir, que sin pedir permiso saltaban sobre el papel y daban esa satisfacción del deber cumplido.
Pero esta vez hubo algo diferente. Si, ahí estaba yo con mis manos dispuestas a empezar a escribir, relajado, concentrado, con todo listo y preparado como para tener lo necesario al alcance de mi mano. Así y todo nada sucedió. Experimente lo que después me contaron que se le llama VACIO. Un vació de pensamientos, de inspiración, representados por el nerviosismo y el miedo de haber perdido aquello que había sido durante tanto tiempo, mi única forma de comunicarme y escaparme la vez de mi mismo.
Y ahí estaba yo, esforzando a una mente desprovista de ideas a que dibuje la irrealidad y cree una esperanza que nunca llegaba. Sin caso alguno, me seguía arrastrando casi suplicando por esa idea s que me regrese a mi estado triunfal. La hoja seguía en blanco.
Ahora bien, note cuando me di por vencido que sin darme cuenta había estado dirigiéndome en una dirección totalmente opuesta a la que debía, ya que sin saberlo había elaborado un torbellino de ideas que podía proveerme de aquello necesario para relatar aquellas historias que tanto se me dificultaba encontrar en otros pensamientos absurdos.
Ante una posible respuesta me abalance sin vacilar, como si fuera la ultima oportunidad que iba a tener y no la debía desaprovechar ya que la había estado buscando y esperando con tanto anhelo. Y como si nada hubiera ocurrido empecé a revisar esta salida que tenía en frente de mis ojos y en la punta de mis dedos.
Ahí comprendí que todo aquello que había dejado afuera tenia una explicación, era demasiado rutinario como para prestarle atención y a la vez demasiado especial como para que otros lo puedan entender. Eran mis confesiones mas profundas, mis secretos. Eran aquellas pequeñas historias que hacían mí día a día, las mentiras, las verdades, mis aciertos, mis desaciertos, mis virtudes, mis miserias… MI PROPIA HISTORIA.
Las maderas sobre las que trazo mi camino sufren con cada una de mis pisadas. Este racconto de experiencias, recuerdos, olores, sabores que creí perdidos vuelven de esta manera como de la nada, de la muerte, a mi memoria. Como aquel naufrago que todos dábamos por muerto. Redescubriendo por momentos la maldad, se enciende despacio pero con fuerza ese fuego que con su humo ahoga mi poca conciencia. Así también para darle aire de repente aparece mis buenas acciones.
La verdad esta en la acción, el hombre es un medio, un simple vomito que se transporta por esta tierra influyendo en una historia convenida, irreal, creada y mentirosa. El hombre se miente a si mismo.
Si muero hoy, dijo alguien que conocí, recuérdenme por lo que fui. Eso es lo único que quedo de el. Un manojo de recuerdos que con el tiempo se fueron haciendo cada vez más borrosos y menos coloridos, así como el viento erosiona a la roca y la deja desprotegida, para cuando el temporal se avecina las destruye sin piedad. Todos lo que lo recordábamos lo destruimos, poco a poco, todas las memorias las fuimos olvidando, le sacamos su tinte, hasta el punto tal que ya no recuerdo de quien estoy hablando.
Este es el hombre común. Un desecho indeseable, un monstruo que busca la mejor mascara para evitar mostrar su mayor miseria. Su envidia.
Todas las artimañas a nuestro alcance las utilizamos para sentirnos mejor y superiores que otros. Lastimamos al ser querido, mordemos la mano de quien nos da de comer y nos regocijamos en esta victoria destructiva, hasta transformarnos en la peor escoria e inmundicia. Por esto recuérdenme por lo que fui, un desalmado que nada le importo.
Y así comienzo mi historia.

lunes, 5 de mayo de 2008

Pensamientos que no nacen de mí

La alegría es algo que experimento. Nunca en uno de mis textos. A veces siento que tengo todo, muchos lo dicen y hasta desearían estar en mi lugar, ahí es cuando me doy cuenta que no tengo los pies en la tierra. O por lo menos es lo que creo, ya que abro los ojos y me siento afianzado, de vuelta de ese mundo de nubes, y veo que ese todo, me tiene a mí.
Me tiene expectante, me tiene dando giros, trabajando para mantenerlo. Y de vuelta me pregunto, ¿Cuál es el mundo real? ¿Cuál es el mundo de mi imaginación?
Creo que la posibilidad de estar equivocado es una simple esperanza. El miedo de estar construyendo un sueño que finaliza con mi angustia y mi dolor me saca las ganas de descansar aunque tenga un día largo por delante. Todos los escenarios posibles son factibles, pero ninguno tiene la felicidad completa en el. Aunque de lo único que creo estar seguro es que ese tipo de felicidad no existe, y me vuelvo a tranquilizar un poco, porque veo que tengo un pedazo de realidad en mi mano.
Las dudas son miles, pero sobre el final siempre me pregunto ¿Qué me pasa?, no puedo disfrutar el momento. La importancia de esto es preocupante, asfixiante, es un camino duro, sin luz.
Tengo miedo. Esa es otra realidad, no muy halagadora, ni inspirante, pero por lo menos algo es, otra vez realidad. El fracaso esta a la vuelta de todas mis esquinas, esperándome detrás de cada puerta, y con el viene la angustia, la tristeza, la desazón y la lagrima.
Pero también me pregunto ¿Dónde esta la razón? ¿Dónde esta la lógica? ¿Por qué no actúo en consecuencia? Y entonces me vuelvo a preguntar ¿Qué me pasa?
Me resumo entonces la situación en una paradoja: se que voy a perder, pero no pierdo la esperanza. ¿No es como decir, si meto la mano en el fuego, puede ser que no me queme?
Siento inactivo a mi poder de decisión, la angustia me esta cerrando de a poco el pecho.
Con esta información las decisiones deberían ser claras, eliminar lo malo y tratar de construir algo bueno, ahora porque no lo estoy haciendo... mi mente gira.
No encuentro respuestas contundentes, seguras.
Creo también que mi miedo a perder esta fundado por otro lado en la poca información segura que me llega, con esto hago referencia concretamente al dilema que se me presenta al querer eliminar ciertas cosas que por falta de paciencia podrían demostrarme, ser las mejores, y al desaprovecharlas demostrarme que estaba equivocado, ahí la locura. Esa es la esperanza. Entonces mi decisión no se transforma en una lógica exacta, pasa a ser un azar. Y nadie más que yo, sabe que no me gusta perder. Menos cuando tengo posibilidades de ganar, y menos me gusta desperdiciar algo que quiero. En un momento lo hice y hasta el día de hoy me sigo arrepintiendo. Ahora bien ese arrepentimiento también es parte de este dilema, la seguridad que me ofertaba un pasado despreciado en su momento me es atractiva y me seduce por la falta de seguridad de este presente. Por eso odio los dilemas y por eso odio el azar en la vida (no en el juego).Pero todos estos dilemas ¿Porque se presentan? Para quien tengo al lado ¿Es una carga? ¿Es aburrido? De ahí también mi falta de seguridad. Todo este proceso de digamos “maduración” creo que me va a terminar alejando lo que quiero tener, capaz que de ahí la falta de seguridad de lo demás. Pero creo que es un factor mas que importante la falta de información, con ella podría tomar una decisión mucho más rápido. No se si acertada, pero estaría seguro y contento de tomarla. Por lo menos no me estaría planteando y replanteando durante horas y noches de oscuridad estos problemas

martes, 22 de abril de 2008

La odisea en una noche de insomnio

Son pequeñeces las que de repente nos provocan un disturbio, un caos. Nos maltratan, cuando no nos podemos dormir, cuando esta oscuro, y nuestros mas profundos temores se escapan hasta que se atorarace y se acumularce en el techo de nuestra habitación.
Son aquellos dolores de cabeza producidos por mentiras de las que no podemos escapar una vez que nos acechan y nos generan… el insomnio.
Así con los ojos a medio abrir, con una desesperación descontrolada, yacemos como muertos esperando un final que nunca llega, que se demora, que es eterno. La oscuridad se transforma en un océano sin horizonte, donde no importa como ni cuanto rememos, jamás arribaremos a alguna orilla. Los faros son la esperanza que nunca perderemos, pero aquí no existen, en este mundo solo son ilusiones, una imaginaria salida que nos mantiene en una lucha que sabemos que vamos a perder y que nos va torturar lenta pero efectivamente hasta que nos enrosquemos en las sabanas, como si tuviéramos una fuerte contracción abdominal.
Y ahí seguimos, tirados como un despojo el cual no responde, solo llora. Nos pedimos perdón, juramos promesas, toda nuestra valentía se ve arrollada en ese instante y nos arrodillamos ante la merced de esa calamitosa experiencia. Que triste final, el dolor nos duerme despacio, como la anestesia que un cirujano emplearía para una operación, con una diferencia, ya nos operaron. Lo que no significa que estemos curados.
Es una escena repetida, las preguntas ahogan nuestra razón, las salidas son escondidas en la oscuridad, estamos desnudos ante un abismo de dudas, de errores, se nos acaba la paciencia. El frió nos paraliza, pero sabemos que no es por falta de abrigo, este viene desde adentro, desde el centro de nuestra espina dorsal. Nos llena de escalofríos y nos deja sin respiración. Suspiramos, tratamos de salir, pero es como aquel que se esta ahogando y sabe que va a morir, el esfuerzo es inútil.
Entonces empieza a amanecer, la luz nos indica que comienza el día, el intervalo entre las noches. Tan cansados, tanta rutina, tanta información, no nos deja pensar. Nos da la tregua necesaria para resistir hasta la noche siguiente. Entonces nos levantamos.
Siempre hay un lugar en nuestra mente durante toda la jornada, que esta alerta, expectante, pendiente y temerosa de que llegue la noche y comience de nuevo la odisea. Odisea de dolor y angustia.