miércoles, 28 de mayo de 2008

UN HOMBRE COMÚN I

Cuantas veces me senté frente a un papel a escribir lo que pensaba. Historias, poesías, cuentos. Era este un acontecimiento que nunca duraba mucho, ya que, no se si con gran talento pero si facilidad siempre encontraba algo que contar, los relatos venían a mi cabeza de forma automática, casi se podría decir, que sin pedir permiso saltaban sobre el papel y daban esa satisfacción del deber cumplido.
Pero esta vez hubo algo diferente. Si, ahí estaba yo con mis manos dispuestas a empezar a escribir, relajado, concentrado, con todo listo y preparado como para tener lo necesario al alcance de mi mano. Así y todo nada sucedió. Experimente lo que después me contaron que se le llama VACIO. Un vació de pensamientos, de inspiración, representados por el nerviosismo y el miedo de haber perdido aquello que había sido durante tanto tiempo, mi única forma de comunicarme y escaparme la vez de mi mismo.
Y ahí estaba yo, esforzando a una mente desprovista de ideas a que dibuje la irrealidad y cree una esperanza que nunca llegaba. Sin caso alguno, me seguía arrastrando casi suplicando por esa idea s que me regrese a mi estado triunfal. La hoja seguía en blanco.
Ahora bien, note cuando me di por vencido que sin darme cuenta había estado dirigiéndome en una dirección totalmente opuesta a la que debía, ya que sin saberlo había elaborado un torbellino de ideas que podía proveerme de aquello necesario para relatar aquellas historias que tanto se me dificultaba encontrar en otros pensamientos absurdos.
Ante una posible respuesta me abalance sin vacilar, como si fuera la ultima oportunidad que iba a tener y no la debía desaprovechar ya que la había estado buscando y esperando con tanto anhelo. Y como si nada hubiera ocurrido empecé a revisar esta salida que tenía en frente de mis ojos y en la punta de mis dedos.
Ahí comprendí que todo aquello que había dejado afuera tenia una explicación, era demasiado rutinario como para prestarle atención y a la vez demasiado especial como para que otros lo puedan entender. Eran mis confesiones mas profundas, mis secretos. Eran aquellas pequeñas historias que hacían mí día a día, las mentiras, las verdades, mis aciertos, mis desaciertos, mis virtudes, mis miserias… MI PROPIA HISTORIA.
Las maderas sobre las que trazo mi camino sufren con cada una de mis pisadas. Este racconto de experiencias, recuerdos, olores, sabores que creí perdidos vuelven de esta manera como de la nada, de la muerte, a mi memoria. Como aquel naufrago que todos dábamos por muerto. Redescubriendo por momentos la maldad, se enciende despacio pero con fuerza ese fuego que con su humo ahoga mi poca conciencia. Así también para darle aire de repente aparece mis buenas acciones.
La verdad esta en la acción, el hombre es un medio, un simple vomito que se transporta por esta tierra influyendo en una historia convenida, irreal, creada y mentirosa. El hombre se miente a si mismo.
Si muero hoy, dijo alguien que conocí, recuérdenme por lo que fui. Eso es lo único que quedo de el. Un manojo de recuerdos que con el tiempo se fueron haciendo cada vez más borrosos y menos coloridos, así como el viento erosiona a la roca y la deja desprotegida, para cuando el temporal se avecina las destruye sin piedad. Todos lo que lo recordábamos lo destruimos, poco a poco, todas las memorias las fuimos olvidando, le sacamos su tinte, hasta el punto tal que ya no recuerdo de quien estoy hablando.
Este es el hombre común. Un desecho indeseable, un monstruo que busca la mejor mascara para evitar mostrar su mayor miseria. Su envidia.
Todas las artimañas a nuestro alcance las utilizamos para sentirnos mejor y superiores que otros. Lastimamos al ser querido, mordemos la mano de quien nos da de comer y nos regocijamos en esta victoria destructiva, hasta transformarnos en la peor escoria e inmundicia. Por esto recuérdenme por lo que fui, un desalmado que nada le importo.
Y así comienzo mi historia.

lunes, 5 de mayo de 2008

Pensamientos que no nacen de mí

La alegría es algo que experimento. Nunca en uno de mis textos. A veces siento que tengo todo, muchos lo dicen y hasta desearían estar en mi lugar, ahí es cuando me doy cuenta que no tengo los pies en la tierra. O por lo menos es lo que creo, ya que abro los ojos y me siento afianzado, de vuelta de ese mundo de nubes, y veo que ese todo, me tiene a mí.
Me tiene expectante, me tiene dando giros, trabajando para mantenerlo. Y de vuelta me pregunto, ¿Cuál es el mundo real? ¿Cuál es el mundo de mi imaginación?
Creo que la posibilidad de estar equivocado es una simple esperanza. El miedo de estar construyendo un sueño que finaliza con mi angustia y mi dolor me saca las ganas de descansar aunque tenga un día largo por delante. Todos los escenarios posibles son factibles, pero ninguno tiene la felicidad completa en el. Aunque de lo único que creo estar seguro es que ese tipo de felicidad no existe, y me vuelvo a tranquilizar un poco, porque veo que tengo un pedazo de realidad en mi mano.
Las dudas son miles, pero sobre el final siempre me pregunto ¿Qué me pasa?, no puedo disfrutar el momento. La importancia de esto es preocupante, asfixiante, es un camino duro, sin luz.
Tengo miedo. Esa es otra realidad, no muy halagadora, ni inspirante, pero por lo menos algo es, otra vez realidad. El fracaso esta a la vuelta de todas mis esquinas, esperándome detrás de cada puerta, y con el viene la angustia, la tristeza, la desazón y la lagrima.
Pero también me pregunto ¿Dónde esta la razón? ¿Dónde esta la lógica? ¿Por qué no actúo en consecuencia? Y entonces me vuelvo a preguntar ¿Qué me pasa?
Me resumo entonces la situación en una paradoja: se que voy a perder, pero no pierdo la esperanza. ¿No es como decir, si meto la mano en el fuego, puede ser que no me queme?
Siento inactivo a mi poder de decisión, la angustia me esta cerrando de a poco el pecho.
Con esta información las decisiones deberían ser claras, eliminar lo malo y tratar de construir algo bueno, ahora porque no lo estoy haciendo... mi mente gira.
No encuentro respuestas contundentes, seguras.
Creo también que mi miedo a perder esta fundado por otro lado en la poca información segura que me llega, con esto hago referencia concretamente al dilema que se me presenta al querer eliminar ciertas cosas que por falta de paciencia podrían demostrarme, ser las mejores, y al desaprovecharlas demostrarme que estaba equivocado, ahí la locura. Esa es la esperanza. Entonces mi decisión no se transforma en una lógica exacta, pasa a ser un azar. Y nadie más que yo, sabe que no me gusta perder. Menos cuando tengo posibilidades de ganar, y menos me gusta desperdiciar algo que quiero. En un momento lo hice y hasta el día de hoy me sigo arrepintiendo. Ahora bien ese arrepentimiento también es parte de este dilema, la seguridad que me ofertaba un pasado despreciado en su momento me es atractiva y me seduce por la falta de seguridad de este presente. Por eso odio los dilemas y por eso odio el azar en la vida (no en el juego).Pero todos estos dilemas ¿Porque se presentan? Para quien tengo al lado ¿Es una carga? ¿Es aburrido? De ahí también mi falta de seguridad. Todo este proceso de digamos “maduración” creo que me va a terminar alejando lo que quiero tener, capaz que de ahí la falta de seguridad de lo demás. Pero creo que es un factor mas que importante la falta de información, con ella podría tomar una decisión mucho más rápido. No se si acertada, pero estaría seguro y contento de tomarla. Por lo menos no me estaría planteando y replanteando durante horas y noches de oscuridad estos problemas